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La pobreza en Argentina: del punto de partida y otras sombras

1- Introducción

Con la presentación de los nuevos datos de la incidencia de la indigencia y pobreza en Argentina por parte del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) quedó en evidencia, para el público en general, las inconsistencias de los indicadores del INDEC y su alejamiento de la realidad actual.

Hace un tiempo, desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), venimos alertando de los procedimientos del INDEC, en particular de la decisión evidente de omitir deliberadamente el cálculo de los niveles de indigencia y pobreza de fines de 2015; impidiendo determinar con precisión el impacto de las políticas económicas implementadas a partir del inicio de la gestión de Cambiemos en diciembre de 2015, y de este modo ocultando el “salto” en el nivel de pobreza en el primer semestre.

El procedimiento de medición de la incidencia de la pobreza e indigencia adoptado por el INDEC aunado a una cierta divulgación mediática apuntaron a establecer que en los años previos a 2016, la incidencia de la pobreza rondaba el 30%. Esto se logró en base al trabajo de la UCA, por la polarización política alrededor de estos temas, y con la complacencia del INDEC.

El trabajo de la UCA fue analizado en detalle y es suficiente decir que se basa en canastas de consumo con dominio estadístico distinto y una encuesta que subestima los ingresos. De tal forma que arroja datos significativamente distintos dependiendo de qué encuesta se use para obtener los ingresos y por ende no puede ser considerado un trabajo referencial (CEPA, 2017).

Por otra parte, varios analistas posteriormente, se dedicaron a “tirar” para atrás la nueva canastas por INDEC para el segundo trimestre, por medio de diversos índices de precios no oficiales convalidando la hipótesis de un piso del nivel de pobreza de 30% en 2015 y un nivel de pobreza resultante de 60% en 2002 que desafía el sentido común. El procedimiento de actualización o de deflación de canastas de consumo por períodos largos que cruzan eventos de cambios de precios relativos (como devaluaciones) presenta serios inconvenientes como se mostrará más adelante y se analiza en el anexo.

Así las cosas, lo que parecía un debate oscuro entre especialistas irrumpió en la opinión pública  con la publicación del INDEC de una sensible baja en los indicadores de incidencia de la pobreza e indigencia en Argentina: según el organismo, la pobreza se ubicaría en 25,7% y la indigencia en 4,8% de las personas en el último semestre de 2017. Ello marcaría una baja en relación a los niveles del último semestre de 2016 en le que se situaban en 30,3% de pobreza y 6,1% de indigencia. Esta reducción de los indicadores mencionados parece incongruente con una percepción de deterioro de las condiciones de bienestar de la población, lo que explicaría la reacción de incredulidad ante las cifras publicadas.

Es más, aunque las primeras cifras de esta serie de indicadores fueron trimestrales (por lo tanto no completamente comparables), en el segundo trimestre de 2016  las cifras de 32,2% de pobreza y 6,3% de indigencia en personas indicarían que desde esa fecha habría habido una caída constante de la pobreza e indigencia según el INDEC contradiciendo aún más la percepción de la evolución del nivel de vida de la mayoría de la población.

Como el presidente Macri indicó que debía ser evaluado según los resultados de su gobierno en materia de reducción de la pobreza y que el punto de partida de su evaluación debía ser, casualmente, el segundo trimestre de 2016, conviene analizar si éste es el real punto de partida y si lo que mide el INDEC es realmente la pobreza e indigencia de la Argentina de hoy.


2. Sobre la medición del INDEC

El procedimiento del INDEC ha sido analizado en detalle en un informe previo de CEPA (CEPA, 2017). Acá resumiremos las principales conclusiones del análisis que abundan en cuestionar el fundamento de la medición del INDEC.

El INDEC descarta el uso de la ENGHo más reciente para establecer la base de la medición: la ENGHo 2012/2013. Descartar esta encuesta sin un informe estadístico que compruebe su inutilidad, sin una discusión con académicos que valide ese diagnóstico, es un procedimiento alarmante. El párrafo austero con la que se rechaza este instrumento indica que la tasa de no respuesta de esta encuesta habría sido alta, sin indicar coeficientes de variación, ni qué variables habrían sufrido estas altas tasas. La tasa de no respuesta no puede ser un argumento válido para descartar semejante trabajo en una era en la cual la imputación de variables es moneda corriente. Es así que informes relevantes y oficiales como el análisis sobre la AUH realizado por el gobierno actual en convenio con la UNICEF (UNICEF, 2017) o el estudio sobre los patrones de consumo de los argentinos por el CESNI (Zapata, 2016) utilizan la ENGHo 2012/2013 sin reparos.

En virtud, de este rechazo INDEC utiliza las ENGHo anterior para establecer la canasta básica alimentaria y la canasta básica total. No obstante, utiliza la ENGHo 1996/1997 para establecer la CBA y la ENGHo 2004/2005 para establecer la CBT. Desarrollar la composición de la CBA en base a una encuesta y el coeficiente de Engel y, consiguiente, CBT en base a otra es sorprendente, ya que la metodología consiste en determinar las capacidades de consumo de una población de referencia en un momento temporal dado. La población de referencia y sus consumos cambian en el tiempo. Utilizar dos momentos temporales para determinar consumos parciales es contrario a la metodología estándar.

Dentro de este contexto, es muy sorprendente la elección del cambio de composición de la CBA y sobre todo de la norma calórica que la establece, puesto que la base de cálculo es muy antigua; los datos de consumo y nutricionales tienen 20 años.  Pareciera más sensato haber operado una modificación de norma y composición de CBA con una ENGHo reciente, o bien mantener la norma calórica aun cambiando el contenido de la CBA, para asegurar comparabilidad.

El cambio de norma dificulta comparabilidad, el cambio de composición de la CBA no, ya que la norma en la metodología es calórica y no de bienes. No obstante, este procedimiento aunado a nulo esfuerzo de empalme o de establecer alguna comparabilidad con series pasadas echa un manto de sospecha sobre la oportunidad y motivación de los cambios introducidos.

Una vez establecidas las canastas en el año de referencia estas deben ser actualizadas para el año de medición, o sea 2016 en adelante. El INDEC no da información sobre cómo las canastas son llevadas a 2016. Ello es particularmente intrigante puesto que la gestión actual ha descartado las mediciones oficiales de precios entre 2007 y 2015. ¿Cómo y con qué serie de precios se han llevado las variables estimadas al año 2016? La única manera institucional de hacerlo es usando el IPC del INDEC que ha sido cuestionado. Estaría fuera de todo procedimiento institucional usar otro índice de precio.

El análisis de la Encuesta Permanente de Hogares luego de un cambio en las proyecciones poblacionales operadas por la nueva administración del INDEC, indicaría que el cambio de proyección resulta en una distribución de ingresos que arroja mayores ingresos medios y bajos, y que, por consiguiente subestimarían la incidencia de la indigencia y la pobreza (Pizarro, 2017).

Adicionalmente, ya que las canastas básicas resultan de una actualización a partir de un cálculo inicial en 2005, nada impide calcular los indicadores posterior a esa fecha ya que el INDEC posee un programa de medición de precios recurrente y un programa de EPH permanente. El velo impuesto en el primer semestre de 2016 es injustificado.

De esta manera, las diversas inconsistencias detectadas en los procedimientos del INDEC conllevan a tomar los datos publicados con suma cautela, fundamentalmente porque las canastas de 1996/1997 y 2004/2005 no reflejan los patrones de consumo actual.


3. Series históricas y la Inversa del Coeficiente de Engel (ICE)

La realización periódica de encuestas de gastos de hogares (ENGHo) obedece a que a través del tiempo el patrón de consumo de los hogares, aun del mismo nivel de ingresos, cambia por diversas razones: cambio de oferta, cambios culturales, y cambios de precios relativos. Estos cambios no se captan con la actualización de las canastas por precios, porque, por definición, la actualización por precio supone que las cantidades de las canastas se mantienen fijas. Así, un leve aumento de ingresos puede resultar en un aumento en el consumo de bienes no alimentarios sin aumento en el consumo de cantidades de bienes alimentarios; lo que significaría que la población de referencia, sin cambiar (sigue consumiendo la misma norma en calorías), aumentaría su consumo en bienes no alimentarios, aumentando así la CBT y,  por consiguiente, generando un aumento de la línea de pobreza si se fijara la base en ese momento.

Para ilustrar lo arriba mencionado, el cuadro siguiente muestra la inversa del coeficiente de Engel (ICE) promedio del período de realización de la ENGHo para las cuatro ENGHo realizadas en Argentina. Allí se ve cómo ha evolucionado la CBT en relación a la CBA en el tiempo, y el ICE en el tiempo. Esto significa que según el año de base de cálculo de la pobreza los valores de la línea de pobreza pueden tener diferencias de hasta 30 puntos porcentuales.

El INDEC en 2016, cambia la base del cálculo del año 1985/1986 al año 1996/1997 y 2004/2005, además de modificar los requerimientos calóricos y composición de la CBA. En el cuadro 2 abajo, el INDEC muestra la diferencias en valor de la CBA anterior y actual (nuestros cálculos, para 2016 y 2017, advierten diferencias de 3,8% y 3,5% respectivamente) y la diferencia en el ICE según las dos bases analizadas. El ICE de 1985/1986 resulta de la ENGHo 1985/1986 y es luego actualizada por IPC hasta 2005. El ICE de 2005 es calculado a partir de la ENGHo 2004/2005. Con esto el INDEC justifica el cambio de base y demuestra que la actualización por precio de las canastas no es válida más allá de un cierto tiempo, porque los consumos cambian en cantidades. El INDEC con ese mismo argumento debería haber establecido la base de cálculo en la ENGHo 2012/2013.

En el cuadro 3, reunimos los distintos ICE publicados (promedios anuales) para reforzar este concepto. Se desprende de este cuadro que el valor de los ICE resultados de actualización de canastas por precio comparados a los resultados por ENGHo muestran significativas diferencias, confirmando la dificultad de prolongar las actualizaciones de canastas por precio muchos años: 2,18 (actualizado) contra 2,60 (ENGHo) en 2005, y 2,28 (actualizado) contra 2,70 (ENGHo) en 2013. Generando dudas sobre los valores de las ICE para 2016 habida cuenta del fuerte cambio de precios relativos operado a partir de diciembre de 2015, debido al aumento exponencial de las tarifas de servicios de vivienda.

Estos resultados son compatibles con la teoría, ya que la línea de pobreza presenta los requerimientos absolutos mínimos de capacidades materiales que al ser alcanzados significan la satisfacción de las necesidades que sacarían a las persona de la pobreza. Estas capacidades incluyen nutrirse, vestirse, tener abrigo etc. Ahora dentro de este marco conceptual, Sen indica “que el enfoque es absoluto en el plano de las capacidades, pero relativo en el plano de los bienes” (Sen 1983, p. 68). Ello implica que los bienes y servicios medidos, en tanto instrumentos que traducen las capacidades de las personas, pueden cambiar sin que las capacidades lo hagan. Lo que conlleva a que la línea de pobreza pueda variar en el tiempo a medida que cambia el poder adquisitivo de la población de referencia, planteando desafíos importantes a la comparabilidad intertemporal y explicando los cambios de ICE observados en las ENGHo en la Argentina.

La extrema variación del poder adquisitivo de los hogares desde 1985 a la fecha en la Argentina presenta desafíos importantes en la serie de incidencia de la indigencia, y sobre todo pobreza en la Argentina, por las razones ya esgrimidas, sin mencionar las inconsistentes mediciones del IPC o los cambios recientes en la CBA. En definitiva, en virtud de estas dificultades, se debería reconstruir los valores de incidencia de indigencia y pobreza en la Argentina sólo como resultado de las ENGHo en los años que estas fueron ejecutadas, a partir de la misma CBA y exigencias calóricas para mantener comparabilidad intertemporal, ya que estas son las únicas instancias en que realmente se miden correctamente estos indicadores.


4. El punto de partida

Más allá de los debates metodológicos e inconsistencias encontrados en el procedimiento del INDEC, resulta significativo el nulo esfuerzo del organismo para publicar la serie de canastas e indicadores de indigencia y pobreza desde el inicio de la gestión de Cambiemos y reconstruir la serie hacia atrás. El silencio del instituto al respecto, ha dejado instalada la idea de la existencia de un nivel de pobreza del 30% en todo el quinquenio previo a la asunción del gobierno de Cambiemos, y que el punto de partida a partir del cual se debe evaluar la gestión de Cambiemos sería el segundo trimestre de 2016.

Puesto que la gestión de Cambiemos comenzó el 10 de diciembre de 2015, y las primeras políticas implementadas (devaluación y quita de retenciones) tuvieron efectos significativos en los precios y los ingresos, resulta normal analizar los efectos de estas políticas en varios indicadores socioeconómicos.

A continuación se presentan distintos datos y fuentes para aproximar el nivel de los indicadores de indigencia y pobreza a fines de 2015.

4.1- Evolución de la incidencia de la indigencia y de la pobreza en CABA

Según las mediciones del GCBA, la incidencia de la indigencia y pobreza a fin de 2015 habrían sido 3,7% y 15,1% respectivamente, mientras que en el primer semestre de 2016, los indicadores habrían aumentado a 5,6% y 19,4%. Después de una suba fuerte en el primer semestre de 2016, coincidente con el apagón estadístico del INDEC, la incidencia de la indigencia y pobreza disminuyen tres semestres pero vuelven a aumentar en el último semestre de 2017. Los niveles en el segundo semestre de 2017 son superiores a los del primer semestre de 2015 en pobreza e inferiores en indigencia.

Estos resultados contrastan con la tendencia de los indicadores publicada por el INDEC, que informa que la indigencia y pobreza habrían tenido una trayectoria a la baja continua desde el segundo trimestre de 2016.

No obstante la posibilidad de diferencias nacionales con las de CABA, llama la atención que en el distrito  más afluente del país la pobreza suba casi dos puntos porcentuales en un semestre y en el resto del país baje tres puntos porcentuales. Ello tendría como consecuencia, si tanto la información de CABA como la del INDEC es correcta, que en el último semestre de 2017 le fue mucho mejor relativamente a las provincias que a CABA, lo que resulta difícil de creer en virtud de las ventajas comparativas de cada provincia.

Por otro lado en las publicaciones de CABA, los guarismos de pobreza en 2016 y 2017 son, en todos los casos, superiores a los de 2015 y el primer semestre de 2016 es el de mayor incidencia de la pobreza en CABA, lo que indicaría que a nivel nacional los valores de 2015 son ciertamente inferiores a los de 2016 y  2017.

4.2 Evolución de los ingresos reales

La medición de la pobreza por ingresos en definitiva se asemeja a determinar cuántas personas tienen ingresos por debajo de un ingreso real predeterminado. Este ingreso real se basa en aquel cubre el costo de las canastas básicas. Bajo este enfoque, analizar el comportamiento de diversos ingresos en término reales, debiera informar sobre la tendencia de los indicadores de pobreza e indigencia, por lo menos a grandes rasgos.

El gráfico 1 presenta el salario mínimo en dólares lo que tiene la ventaja de evitar polémicas sobre el índice de precios utilizado para deflactar. El gráfico muestra los momentos de crisis y devaluaciones en 1989, 1992, 2002, 2014 y 2016, y un aumento sostenido del salario mínimo durante el kirchnerismo con la excepción de 2014, no obstante, en 2015, el mismo recupera el valor previo a la devaluación de 2014. Así el salario mínimo más alto en dólares del período es el de fin de 2015. La devaluación de diciembre de 2015 hace que el salario mínimo caiga al nivel de 2010 y su recuperación en 2017 lo lleva a penas al nivel de 2011. Puesto que el salario mínimo es el ingreso principal de las personas en el umbral de la pobreza es legítimo pensar que la pobreza aumentó fuertemente en 2016 y su ligera disminución en 2017 no llega a los niveles de 2015, lo estaría en línea con las cifras de la CABA. No obstante, lo más interesante de este gráfico es que es impensable afirmar que la pobreza ha sido 30% en los últimos 30 años como lo han esgrimido algunos voceros del oficialismo actual.

El gráfico 2 muestra la evolución del salario privado registrado mediano, que es superior al salario de las personas en el umbral de la pobreza. La evolución del mismo muestra su nivel más alto en julio 2015 y su nivel más bajo en junio 2016. Desde la asunción del gobierno de Cambiemos a junio 2016, este salario perdió casi 13 puntos porcentuales; indicando que en el primer semestre de 2016 hubo un aumento de pobreza fuerte. El salario se recupera en el segundo semestre de 2016 y vuelve a subir en el primer semestre de 2017, sin llegar a su nivel de noviembre de 2015, pero vuelve a caer precipitadamente en el segundo semestre de 2017. Al final de 2017, el salario registrado privado mediano ha perdido 7 puntos porcentuales en relación a noviembre 2015.

El salario mínimo vital y móvil, sustento principal de los hogares cercanos a la línea de pobreza, pierde casi 17 puntos porcentuales entre noviembre de 2015 y mayo 2016. El mismo se recupera en el segundo semestre de 2016 y vuelve a caer en el segundo semestre de 2017. A fin de 2017, este ha perdido 16 puntos porcentuales en relación a su valor en noviembre 2015.

La AUH constituye un complemento de ingresos fundamental para las población en situación de indigencia y pobreza. Esta llegó a su nivel más alto en septiembre 2013 y septiembre 2015. Entre noviembre 2015 y julio 2016 cae 14 puntos porcentuales en relación a su valor en noviembre 2015. A finales de 2017, la AUH vale 8 puntos porcentuales menos que en noviembre de 2015.

La jubilación mínima es el sustento de más del 50% de los jubilados. Si estos no tienen otros ingresos, se encuentran cerca o debajo de la línea de pobreza.  La jubilación mínima perdió 14 puntos porcentuales desde noviembre 2015 a junio 2016. A fines de 2017, la jubilación mínima vale 8 puntos porcentuales menos que en noviembre de 2015.

Todos los ingresos analizados caen de manera aguda entre noviembre de 2015 y el final del primer semestre 2016, coincidente con un fuerte aumento de la pobreza e indigencia reportado en CABA y es de suponer que también se dio a nivel nacional aun cuando el INDEC no publica estos datos.

La trayectoria de los ingresos después del primer semestre de 2016 es a la alza hasta el segundo semestre de 2017, tanto el salario privado registrado como el salario mínimo caen a partir de agosto 2017. La jubilaciones y AUH con una ligera tendencia a la alza en el segundo semestre de 2017.

A partir de la evolución de los ingresos analizados se puede afirmar lo siguiente:

  • el nivel de pobreza e indigencia de fin de 2015 tiene que haber sido significativamente inferior al nivel de finales del primer semestre de 2016;
  • el nivel de pobreza e indigencia de fin de 2017 en relación a fin de 2016 es más difícil de determinar porque las AUH y jubilaciones aumentan en ese período pero el SMVM se reduce.
  • el nivel de pobreza e indigencia de fin de 2015 tiene que ser inferior al de fin de 2017, porque todos los ingresos reales analizados son inferiores a fin de 2017 que a fin de 2015.

Si se supone una cierta proporcionalidad puesto que los ingresos reales analizados evolucionan dentro de rangos estrechos, y si se cree que los niveles de pobreza publicados por el INDEC son ciertos, entonces los valores en el último semestre de 2015, deben haber sido significativamente inferiores a los actuales.

4.3- Estimación del punto de partida

Para aproximar lo que pudieron haber sido los guarismos de incidencia de la indigencia y pobreza a fines de 2015, se procedió a una estimación partiendo de la última EPH publicada en 2015, la CBA medida por CEPA, y varias inversas del coeficiente de Engel.

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) viene midiendo los precios de la CBA desde noviembre de 2015 en varios lugares del país. Así se dispone de una CBA valorizada de noviembre de 2015 para el GBA. Esta canasta corresponde a la estructura de la canasta del INDEC previa a la modificación de 2016, y por lo tanto a una norma de 2700 kcal por adulto equivalente (CEPA, 2016a). Su valor para noviembre 2015 para el GBA, fue $1019.49 pesos. A titulo indicativo la CBA de FIEL para CABA para el mismo mes es de $1190.40 pesos (FIEL, 2016), una diferencia aceptable entre el distrito de más alto poder adquisitivo y el promedio de toda el GBA.

CEPA ha medido la CBA del INDEC previa en comparación con la actual canasta encontrando diferencias de 1,8%, 3,8%, 3,5%,  en mayo 2016, febrero 2017 y marzo 2018 respectivamente. Por lo tanto, para la estimación se utilizó el valor de la CBA de CEPA incrementada por estos distintos montos.

A su vez, y el punto más crítico de esta estimación, es el valor la inversa del Coeficiente de Engel (ICE) a utilizar en virtud de las dudas generadas por aquel estimado por el INDEC y la ausencia de datos oficiales de precios entre noviembre 2015 y abril 2016.

Para el GBA, el INDEC informa una ICE de 2,42 en abril, 2,45 en mayo y 2,44 en junio (INDEC, 2016a). Para en mismo período, la Fundación de Investigaciones Económicas Lationamericanas (FIEL) que mide la CBA y CBT desde 2012 en base a la composición antigua y un IPC de actualización basado en los ponderadores de la ENGHo 2004/2005 para CABA, informa valores de 2,34, 2,34 y 2,33 para los mismos meses respectivamente. FIEL a su vez informa una ICE de 2,22 para noviembre de 2015 (FIEL, 2016a). Suponiendo una evolución equivalente entre las ICE de FIEL y del INDEC (puesto que ambas evolucionan con IPC basados en los ponderadores de la ENGHo 2004/2005), la ICE para el INDEC de noviembre 2015 debería ser 2,33.

Para obtener los ingresos se utilizó la EPH del segundo trimestre de 2015, actualizando los ingresos con el índice de salarios del INDEC (INDEC, 2015), utilizando el aumento del índice general de los salarios entre mayo 2015 (como aproximación del promedio del trimestre) y octubre 2015. Lo que resulta en un aumento de 13,8%.

Los resultados del cuadro 6 se deben comparar con los guarismos publicados para el segundo trimestre de 2016 por el INDEC para el GBA, a saber: 6,2% de indigencia y 30,9% de pobreza.

Para la indigencia estaríamos constatando un salto de alrededor del 50% entre fin 2015 y el primer trimestre de 2016, puesto que el salto más probables es de 4,28% a 6,20%.

Para la pobreza estaríamos constatando un salto de alrededor de 9 a 10 puntos porcentuales entre fin 2015 y el primer trimestre de 2016 para las alternativas más probables.

Suponiendo valores de 4,28% de incidencia de indigencia y 21,08% de pobreza en noviembre 2015 para el GBA, y la caída de los ingresos reales en el segundo trimestre de 2016: salario privado registrado mediano (-13%), salario mínimo vital y móvil (-16%), jubilación mínima (-14%) y AUH(-14%); habrían resultado en valores de indigencia y de pobreza de 6,2% y 30,9% respectivamente. Ahora aun, con un repunte del ingreso real entre el segundo semestre de 2016 y el segundo semestre de 2017 de: salario privado registrado mediano (+4.3%), salario mínimo vital y móvil (-2.5%), jubilación mínima (+2.3%) y AUH(+2.3%); es difícil creer que la incidencia de la indigencia y pobreza haya bajado a 5,5% y 25,5% respectivamente puesto que los ingresos no han recuperado ni la mitad de lo perdido en el primer semestre de 2016.


5.- Conclusiones

El análisis del cambio de base de cálculo, de composición de CBA y norma calórica del INDEC analizado en detalle en otro informe de CEPA (CEPA, 2017) y aquí resumido indican una serie de inconsistencias metodológicas importantes, inhabituales en la conducta esperada de institutos estadísticos nacionales. Ello, aunado al nulo esfuerzo del organismo para empalmar series y/o reconstruir los indicadores históricos, apuntan a una maniobra deliberada para impedir la comparación de los indicadores hacia atrás e incluso con el inicio de la gestión del gobierno de Cambiemos. Asimismo, esta decisión contribuye a deslegitimar la reducción de la pobreza durante la gestión del gobierno anterior, en el marco de la actual instalación de un discurso de austeridad fiscal, dirigido al recorte de importantes partidas del gasto social.

Como parte de este estratagema, se ha instalado que el empalme natural a los datos de pobreza publicados por el INDEC es la serie provista por la UCA para el periodo 2010 – 2016. Esta estimación de pobreza carece de consistencia metodológica y los elementos que la componen (ingresos, valor de canastas y coeficiente de Engel fijo, entre los principales) demuestran que el empalme tiene una explicación política antes que técnica. En efecto, una eventual desautorización de parte del órgano oficial de estadísticas -INDEC- a los datos elaborados por la UCA, también conllevaría una deslegitimación del conjunto del discurso construido por la UCA para el periodo anterior, que señaló niveles de pobreza cercanos al 30% y contribuyó a erosionar la política pública y orientación del gasto social del kirchnerismo.  

Esta estrategia se adecúa a los intereses del presidente Mauricio Macri, quien indicó al momento de anunciar la nueva medición de pobreza en el segundo trimestre de 2016, que “este es el punto de partida desde el cual acepto ser evaluado". La decisión de pretender juzgar el gobierno de Cambiemos a partir de ese momento, que a la luz de la evolución de los ingresos reales sería el punto de más alta indigencia y pobreza durante el gobierno de Cambiemos, implica ocultar el impacto de las propias medidas económicas impulsadas por el macrismo desde su asunción.

En efecto, la medición de pobreza por ingresos resulta muy sensible a las variaciones tanto del ingreso como de los precios de la canasta alimentaria. En este sentido, la decisión de devaluar la moneda a mediados de diciembre conjuntamente con la quita de retenciones y sumado a ello, el tarifazo posterior han golpeado severamente el ingreso de bolsillo de las mayorías argentinas y el efecto ha quedado oculto en las mediciones oficiales.

Este informe muestra que la caída en los ingresos reales entre el fin del 2015 y el segundo trimestre de 2016 han sido brutales: salario privado registrado mediano (-13%), salario mínimo vital y móvil (-16%), jubilación mínima (-14%) y AUH(-14%), por lo que es imposible que haya habido un aumento de sólo 2% en la incidencia de la pobreza, entre el 32,2% indicado por INDEC para el segundo trimestre y el valor de 30% difundido por los medios en base a los datos de la UCA.

Caídas tan fuertes en los ingresos reales deben generar importantes aumentos en la incidencia de la indigencia y la pobreza. Dentro de las estimaciones realizadas en este informe para el GBA y coherentes con la evolución de los ingresos reales, se estima que la incidencia de la indigencia y la pobreza al asumir el gobierno de Cambiemos, bajo el marco de la medición actual, deben haber rondado 4,3% de indigencia y 21,1% de pobreza. Ello implica que el gobierno de Cambiemos provocó un aumento de casi 2 puntos porcentuales para la indigencia, o sea casi un aumento del 50%, y un aumento de 9 puntos porcentuales en pobreza en los primeros seis meses de gobierno. Resultado que se ha mantenido oculto por la insólita Emergencia Estadística declarada por INDEC.

A su vez, la reducción de la incidencia de la indigencia y la pobreza nacional y en el GBA para el segundo semestre de 2017, contrastan con un aumento en los mismos indicadores de la GCBA, que, al contrario, informan un aumento en estos indicadores para el segundo semestre 2017 en relación al primer semestre. Si bien, la evolución de los indicadores de CABA no tiene por qué seguir la tendencia nacional, siendo el distrito más afluente del país llama la atención que allí haya aumentado la indigencia y pobreza en el mismo periodo.

Por último, la evolución de los ingresos reales más influyentes en la población de referencia, muestra que no todos se recuperan entre 2017 y 2016, el SMVM pierde 2,46% en este período, y ninguno alcanza a recuperar los niveles perdidos de 2015. Si bien la AUH y la Jubilación Mínima recuperan valor entre 2016 y 2017, al no hacerlo el SMVM, se pone en duda los niveles de reducción de los indicadores informados por INDEC para el segundo semestre de 2017.

Por otra parte, no obstante la estimación realizada en este informe, al estar basada en la ENGHo 1996/1997 y la ENGHo 2004/1005 la base de cálculo del INDEC tiene defectos insoslayables que ponen un manto de duda nos valores informados y la evolución: (i) el cambio de la norma de la CBA se hace en base a la ENGHo 1996/1997 que habida cuenta de los cambios en patrones de consumo y composición nutricional de los alimentos disponibles puede resultar anacrónica, (ii) definir la composición de la CBA en base a la ENGHo 1996/1997, la CBT y la ICE en base a la ENGHo 2004/2005 es inusitado y contrario a las buenas prácticas, (iii) no hay información sobre cómo el INDEC actualiza las canastas desde 2004/2005 hasta 2016, por lo que la ICE utilizada no puede ser verificada. (iv) La ENGHo 2012/2013, arroja una ICE de 2,70 bastante superior a la ICE utilizada por INDEC. La diferencia puede resultar del efecto de un período demasiado prolongado de actualización por precio o uso de IPC cuyas ponderaciones no reflejan los consumos actuales. En cualquier caso, la ICE no puede ser verificada.


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Autor del informe

Andrés Pizarro


Notas al pie

(1) Los ICE de base 1985/1986 son los oficiales del INDEC en 2006, y 2013 . El ICE de base 2004/2005 proviene del INDEC oficial de la gestión actual. El ICE de base 2012/2013 proviene de la ENGHo 2012/2013.


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